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¿Sentimientos encontrados? – Capítulo 3

Francesco’s P.O.V.

Bueno, no pienso dar detalle sobre como pasé mi vacaciones de verano, ya que sería totalmente inútil, y ésta historia no se trata solamente de mí. Bien, la cosa es que cuando tuvimos que volver a clases, me sentí con más energía, necesitaba descansar, ya que me había estresado con tantos exámenes en el segundo semestre. Al entrar al pabellón y sentarme de espaldas a la fría calefacción (como acostumbraba a hacer desde que llegué a esa escuela), solté un largo suspiro, relajando un poco mis músculos al sentir algo fresco sobre mi espalda. De repente, algo interrumpió mi “ritual” de relajación; no me había percatado que el albino había llegado, y éste se lanzó sobre mí, botándome hacia un lado, haciéndome doler un poco los brazos con el apretujón.

– ¡Hallo! –saludó muy animado el germano, mientras me abrazaba.

– ¡O-oye! ¡Suéltame! –exclamé intentando zafarme, cosa que fue simplemente inútil; el maldito tenía más fuerza que yo.

–Ya, ya, te soltaré –dijo algo más serio, separándose y sentándose a mi lado, junto con un puchero.

–Ahg ¿Qué te pasa…? –reclamé en bajo tono mientras me sobaba un brazo.

–No sé- respondió sin más. –Creo que te extrañé –dijo al mismo tiempo en que desviaba la mirada, claramente sonrojado, haciendo además, que yo me comenzase a ruborizar.

–A-ah… Y-y ¿Por qué habrías de extrañarme? No somos buenos amigos, Gilbert… –agregué relajándome un poco, pero aún con las mejillas algo acaloradas.

–A-ah, eh… B-bueno, p-pero al menos nos llevamos bien a veces ¿No? –dijo con la mirada baja, pero sonriendo algo socarrón.

–Sólo a veces… –respondí de manera vaga. –Ah, qué va. Seamos amigos… –susurré mostrando mi dedo meñique, para que aquello quedara como una promesa, pero al parecer el albino no comprendía del todo, dejándolo claro al haber comenzado a balbucear estupideces.

– ¿H-Huh? –alcanzó a balbucear antes de que pudiera decir algo más.

–Vamos, ¿Aceptas o no? –pregunté algo hostil.

–C-claro –respondió el otro, correspondiéndome al meñique algo nervioso, acompañado de una ligera sonrisa.

–Okay ~ Bueno, ahora iré a la sala –dije antes de levantarme y dejar solo al albino.

–Uh-huh ~ –dijo por inercia mientras me sonreía. Ya dentro de la sala, me senté en mi nuevo asiento; cuando recién acabé de acomodarme, llegó Venus, botando (literalmente) su bolso en la mesa que se hallaba a mi lado.

–Hola ~ –saludé con una media sonrisa en los labios.

– ¡Hola! –saludó de vuelta la castaña, con toda su energía.

– ¿Qué tal lo pasaste en las vacaciones? (el tiempo que no nos vimos, jeje) –pregunté a la recién llegada mientras desperezaba todo mi cuerpo.

–Mm… Bien, comí mucho. –respondió la castaña notablemente feliz y relajada. –Oye, ¿Salgamos? –me dijo sin más, aproximándose a la puerta del salón. Me pregunto por qué siempre quiere salir de la sala, en mi caso me da mucha pereza.

–No, no quiero… –respondí echando mi espalda en el respaldo de la silla.

–Buu… Como siempre… ¿Por qué no salimos? –preguntó de vuelta.

–Me da flojera… –terminé sin más. Sabía que me terminaría convenciendo de todos modos.

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Gilbert P.O.V

Lo que pasó hace un rato, cuando abracé a Francesco, me pareció algo extraño, me sentí raro, me percaté que mis latidos se aceleraron un poco… ¿Qué le está pasando a mi awesome ser? No entiendo…

Entre mis pocos asombrosos pensamientos, vi que Frankie y su amiga (creo que se llamaba… Eh… No me acuerdo. Bueno, como sea), se sentaron al otro lado de la calefacción mientras conversaban de quizás qué, la cosa es que noté que Frankie me miró fugazmente y luego volvió la mirada a su amiga. Scheisse, con sólo sentir su penetrante mirada en mi asombroso ser, me estremecí, sintiendo como mis mejillas se coloreaban un poco. Para ocultarlo, tapé mi rostro con la delgada palestina que llevaba puesta y luego me metí a la sala, encontrándome con Thomas Hoffman, uno de los chicos que se sentaba cerca de Frankie y de mí.

– ¡Hallo, Tom! –saludé con mucho ánimo, como siempre. El chico me estrechó la mano con amabilidad, para después sentarse en una silla.

– ¿Qué hiciste en las vacaciones, Gilbo? –preguntó Tom en un tono somnoliento, es decir, poco awesome.

–Kesesese ~ Mejor pregunta qué no hice –respondí insinuante (lo siento, ¡de verdad tuve que decir eso!)

– ¿Ah? –moduló el de ojos azules, frunciendo un poco el ceño. Esa no era la respuesta que esperaba.

–Nada, nada, olvídalo, mein freund. No hice casi nada, hasta ayer. –dije antes de soltar un fabuloso bostezo. –Ayer bebí con mi hermano hasta que me dolió la cabeza, y bueno, aún me duele, Kesesese~.

–Pfff-- –bufó el menor, soltando un par de risas. Luego de nuestra… Eh… ¿Conversación? El resto de mis aburridos compañeros entraron al salón. Cuando Francesco entró a la sala vi algo que jamás noté antes: Saludó a Tom con un abrazo y, luego sonrió como si estuviera coqueteando… ¿QUÉ MIERDA?... Espera un segundo… ¿Por qué estoy tan enfadado? Sólo… Sólo se saludaron y quizás ya se saludaban de esa manera antes que mi increíble ser llegara a este putrefacto lugar. Ah, maldición, como sea, no me voy a calentar la cabeza por estupideces.

–Gilbert… –me llamó Francesco, mirándome extraño. – ¿Qué te pasa? Estás extrañamente callado…

– ¿Ah? ¿En serio? ¡Ha-haha! Yo creo que es porque estoy escuchando música –dije rápidamente, poniéndome sutilmente un audífono (por lo menos todos me creyeron, supongo).

–Eh… Okay, aún así es extraño… –terminó mi amigo de cabellos de un profundo y oscuro castaño, provocando que me pusiera asombrosamente nervioso.

Y bueno, la primera clase de éste aburrido nuevo año… ¡Fue muy larga! ¡Fue una tortura! Lo peor de todo es que Francesco se sentó lejos de mí y demasiado cerca de Tom (Ahora maldigo a ese chiquillo de cabello oscuro y ojos azules, lo cual obviamente le agrada a mi chica).

¿¡Eh!? ¿Qué mierda? ¡Si el tipo no es una mujer…!


Continuará...